Juro

Son pocas las palabras que describen sentimientos, se hacen pobres y se pierden como quien se pierde en un espeso bosque inexplorado, inhóspito y oscuro.
Siempre queda la amargura de pensar que una palabra pudo, quizás, cambiar el panorama; o simplemente adecuarlo a condiciones más susceptibles a solucionarse con mayor facilidad.
Una palabra es demasiado sobrevalorada, más aún todo cuando no es una palabra conocida... cuando es una palabra que quizás no existe en el vocabulario, en ningún idioma; cuando es una palabra perdida, que divaga entre los rincones de la mente y las escalinatas del espíritu.
Cuando busco esa palabra inexistente, esa palabra sobreestimada que aplaca el dolor y acalla la angustia, que perdona y al mismo tiempo pide perdón, que orienta, que consuela; esa palabra cuyo sinónimo sea ese lugar que nos llena de tranquilidad, quizás el mar en días nublados, el riachuelo en días de templados, el camino del parque en días otoñales o esa banquita en primavera. Cuando busco esa palabra, no logro encontrarla, y me la imagino en una melodía sinuosa, en una nota alta y vestida de esa voz que tanto extraño; esa voz, cuya dueña es el motivo de la búsqueda de esa palabra.
Y justo después de imaginarla, pienso en "Juro" del destacado trovador mexicano: Fernando Delgadillo.

Sus primeras presentaciones, datan de 1986, cuando tocaba de bar en bar sus primeras composiciones. Fue uno de los participantes y fundadores del SEYMUS (Sociedad de Escritores y Músicos Urbanos Subterráneos). Se caracteriza por no firmar contrato con nadie, ni grabar con ninguna disquera, manteniendose al margen del mercado tradicional. Se mantuvo en el relativo anonimato, hasta 1997, cuando participó en el festival internacional de la juventud en la Habana, Cuba. en 1998 da el salto de su carrera, cuando graba su disco en vivo "Entre pairos y derivas", y es invitado por Silvio Rodriguez a tocar en el Auditorio Nacional de México D.F.